Papel de regalo navideño

Una de las cosas que más me mola hasta el momento de la cultura sueca es el orden. Vale, puede que esto sea relativo en función de donde vengas o hayas crecido, lo sé. Pero yo lo noto, en serio, no estoy acostumbrada. No es que salgas a la calle y sea lo primero que piensas, más bien se trata de algo que está en los detalles pero repercute en cómo funciona el conjunto del sistema.

Si vives en un país mediterráneo, puedo intuir que con toda probabilidad lo notarías. Uno de los lugares donde esto se hace evidente es en la comunidad de vecinos, ese microcosmos donde conviven todo tipo de personas compartiendo desde edificio y rellanos hasta, supuestamente, respeto mutuo. Os aseguro que el ambiente de las viviendas donde compartí piso en Barcelona a lo largo de varios años era muy diferente del que se respira aquí. Silencio, calma, estructura, armonía, deferencia. Allí, en cambio, nunca di con una comunidad en la que no hubiera el típico vecino que grita o hace ruidos a horas intempestivas, o bien el que decide que las normas de los espacios comunes no le incumben, entre un sinfín de pesadas situaciones. Por eso, desde que me instalé aquí, he ido viendo como el aprecio de los suecos por las normas se hace presente incluso en el entorno vecinal.

Fue volviendo de las vacaciones navideñas cuando me topé con un cartel nuevo en la entrada del edificio que me hizo volver a reflexionar sobre el asunto. Al irme a finales de diciembre, ya estaba colgado el cartelito de felicitación que veis más abajo, no podía faltar. Pues en enero habían añadido uno que, sinceramente, me hizo bastante gracia: indicaciones sobre la forma más adecuada de tirar a la basura los restos de papel de regalo post-navideño. Toda instrucción es poca, están por todas partes, y por lo visto según la temporada añaden preceptos extra según las necesidades. Desde luego, la cosa no tiene desperdicio.

La verdad es que tirar la basura se convierte en una tarea de alta responsabilidad. Siempre he sido bastante obstinada con lo de reciclar y muchas personas me decían que perdía el tiempo, que lo dejase pasar. Pues aquí te encuentras la mentalidad contraria: separar la basura es obligatorio y, como te equivoques... ¡multa para la comunidad de vecinos! Tal cual.





*Por desgracia se me pasó hacer foto del otro rótulo con las instrucciones, venía con dibujitos de colores también ;)

Comentarios

  1. Tendríamos que aplicarnos bien el cuento. Me encantan los suecos, ¡tú!

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  2. Me gusta la vida a la sueca.
    Lo curioso de las normas, sobre todo las de comunidades de vecinos, es que existen en nuestro país pero por lo visto están hechas para no cumplirlas.

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  3. Yo soy maniática del reciclaje. En eso debo ser " sueca"

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