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Mostrando entradas de 2018

El infierno en la Tierra

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[Aviso: la temática de este post no corresponde al tópico del blog, pero sentía la necesidad de escribir sobre mi último viaje para digerir lo vivido.] Anoche me estaba acordando de cuando estuve en Auswitchz-Birkenau. Fue hace poco más de dos semanas y la primera parte que visitas es la zona museizada. Parece que el aire se congele, el sol no calienta en esas salas. En el exterior hacía casi treinta grados, pero el cuerpo se encoge al escuchar a la guía explicar el destino de las personas que pasaron por esas mismas habitaciones hace tan sólo unas décadas. Ver algunas de sus pertenencias amontonadas, cientos de miles de gafas, otras tantas maletas, ropa de bebé, restos de vida cotidiana inerte, resulta estremecedor. En uno de los barracones que visité habían colgado fotos de cientos de personas que fueron detenidas, vestidas con el icónico uniforme y fotografiadas como criminales. Un paso clave en el proceso de deshumanización, tu nombre es reemplazado por un número y pasas a

Si la guerra llega a Suecia

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Ayer llegaba a acasa del trabajo y revisé el buzón como de costumbre. Arrinconado, muy al fondo, encuentré un librito con portada en tonos anaranjados y rojizos. El título sentenciaba "Si la crisis o la guerra llegan a Suecia".  -Si se trata de un folleto publicitario, qué mal gusto-, pensé. Lo hojeé mientras subía en el ascensor hasta el último piso. A las pocas líneas me me di cuenta de que era un cuadernillo emitido por el gobierno. Todo muy oficial. ¿Me habría perdido algo? Un escalofrío me recorrió el cuerpo.  Una vez en casa y mientras picaba algo, lo examiné con curiosidad. Resultó ser una guía con todo lujo de detalles de cómo actuar en caso de que se declare la guerra, de qué forma prepararse para vivir en condiciones extremas y qué alarmas sonarían en las ciudades en caso de bombardeo. Con lo tranquilas que son estas tierras, se volvía extraño imaginar una estampa de semejante calibre. Hace apenas una semana las compañeras de la oficina me contaban con tot

Tren nocturno hacia el círculo polar ártico

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Este mes de abril he inaugurado la temporada de viajes de trabajo. Unos más accesibles que otros, destinos cercanos, por lo general, a los que se puede llegar en tren o coche. La semana pasada me tocaba estrenar ciudad sueca. ¡No me quejo! En mi tiempo libre aprovecho para explorar zonas desconocidas y poder disfrutar de ello por motivos laborales no tiene precio. Esperaba con curiosidad conocer Umeå, tan al norte, tan lejana. Además, esta vez íbamos a coger el famoso tren nocturno. Cosa que se agradece teniendo en cuenta las trece horas de viaje que se tarda en llegar. Casi nada. Había oído hablar de este tren alguna vez: recorre el país de un extremo al otro. De norte a sur. Su alargada figura crea inevitablemente una distancia generosa entre el inhóspito norte y el amable sur.  Me acercaba a la estación alegre, disfrutando de los primeros días de "calor" de este año. Por lo visto a la ida teníamos reservado un compartimento privado para tres personas, de los caros

Sobre la vida y la muerte

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En la zona de jardines de mi urbanización hay un pequeño cementerio que me había llamado la atención desde que me mudé a esta zona. Entre unas cosas y otras todavía no había entrado y ayer, llegado a casa pronto, se me antojó explorarlo.  Mucha gente me pregunta por qué me gustan tanto los cementerios. ¿Por qué no? -les respondo- ¿cuál es el tabú al respecto? Estos recintos reflejan en buena medida la cultura que los ampara. Del mismo modo que disfruto visitando yacimientos arqueológicos, castillos, simples calles o museos cuando viajo, intento incluir alguno de estos mágicos espacios. Cómo concebimos y afrontamos la muerte dice mucho de nosotros.  El sol ya se escondía en el horizonte cuando me dirigí hacia la entrada del diminuto cementerio. Lleva semanas nevando y el paisaje blanco era de lo más relajante. Antes de cruzar la verja me percaté de un cartelito que reposaba a su lateral derecho. No entendí por completo el texto, estaba en sueco antiguo, pero intuí que se tratab

A la captura de las auroras boreales. Parte III

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Una vez de vuelta en el pueblo y con los pies algo congelados nos dirigimos a la recepción del hostal en busca de la llave de nuestros humildes aposentos. "En la habitación no hay cerrojo -nos respondió sonriente el muchacho-  ¡ esto es Abisko!" Su razonamiento no me convenció demasiado pero, por lo visto, no había mucho que hacer al respecto, de modo que allí dejamos las mochilas y descansamos un rato. Cena rápida en la cocina común y en seguida llegó el momento de la excursión más esperada. El tour comenzaba en el otro "extremo" de la aldea y saldríamos en grupo hacia el pie del lago para fotografiar y disfrutar las auroras desde un punto clave. Con la previsión que me caracteriza, había reservado un mono y unas botas especiales para dichas condiciones atmosféricas. Llevábamos capas incontables y lucíamos un aspecto bien peculiar.  Minutos antes de salir rumbo a nuestro campo base, el guía nos dio las instrucciones oportunas y nos informó sobre las probab

A la captura de las auroras boreales. Parte II

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Expiramos aliviados al aparcar el coche en la puerta del hostal. Más vale tarde que nunca, se suele decir. E ntre unas cosas y otras llegábamos con un par de horas de retraso a nuestra primera excursión. El día anterior nos habíamos puesto en contacto con el guía y, para nuestra sorpresa, dijo que nos esperaba . Por lo visto había muy pocas plazas reservadas y no les importaba comenzar la ruta más tarde.  ¡Por fin la suerte volvía a sonreirnos!  Ni cortos ni perezosos, nos ataviamos con la indumentaria de montaña y nos calzamos las raquetas. Durante el recorrido, fuimos adquiriendo una mínima destreza al caminar mientras disfrutábamos del gélido paisaje. Subimos monte arriba escuchando interesantes detalles sobre cómo la fauna y flora autóctonas se las apa ñan para sobrevivir exitosamente en semejantes condiciones climáticas. Uno de los momentos más especiales fue descubrir un atardecer de tonos, para mi gusto, extraordinarios. El sol se ponía sigilosamente y reflejaba su luz en l

A la captura de las auroras boreales. Parte I

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Observar las auroras boreales es como soñar despierta, ¿verdad? Esas luces verdes en el horizonte que parecen de otro planeta. Propósito presentado entre los puestos más altos de las inspiradoras listas tituladas "Cosas que hacer antes de morir".  Si vivo en uno de los pocos países donde este fenómeno se da, tengo que ir a verlas -pensé-. Lo vi claro. Y no paré hasta reservar un par de billetes de ida y vuelta al punto más cercano al Polo Norte de Suecia. Mmmm mejor época...invierno. Cuánto más frío, más probabilidades. Allá vamos.  Y el fin de semana elegido llegó hace diez días. Teníamos ropa de nieve, capas térmicas, coche alquilado, alojamiento reservado. Nuestros colegas suecos se sorprendían de nuestra osadía al pretender pisar Abisko en la época más fría del año. Las temperaturas pueden descender hasta los cuarenta grados bajo cero. ¿Estaremos cometiendo una turistada? Fuera como fuese, nos plantamos bien puntuales en el aeropuerto con una buena dosis de ilusi